Hace 45 años, el 31 de enero de 1980, el mundo fue testigo de una de las más atroces violaciones a los derechos humanos en la historia reciente de Guatemala. Un grupo de campesinos y campesinas, en su mayoría indígenas provenientes de diversas regiones del país, junto con estudiantes universitarios, obreros, pobladores de asentamientos y cristianos comprometidos con la justicia social, ingresaron pacíficamente a la Embajada de España para denunciar la represión y las masacres que se cometían contra los Pueblos Originarios. En respuesta, el gobierno guatemalteco de la época ordenó un ataque brutal, quemando vivos a quienes se encontraban dentro de la sede diplomática, en un acto de terrorismo de Estado que sigue impune hasta hoy.
Este crimen marcó un antes y un después en la historia de Guatemala, evidenciando la política contrainsurgente de exterminio contra la población civil, que resultó en más de 200,000 víctimas, el desplazamiento forzado de miles de familias y la destrucción y desaparición de más de 400 comunidades indígenas y campesinas. La masacre de la Embajada de España no solo fue un crimen de Estado, sino una advertencia de lo que vendría después: años de violencia sistemática, represión y genocidio.
A pesar del tiempo transcurrido, la impunidad sigue reinando. Los sectores de poder que avalaron y ejecutaron estos crímenes permanecen activos, ocupando posiciones de influencia en el aparato estatal y promoviendo un modelo de exclusión, corrupción y represión contra quienes defienden la memoria, la verdad y la justicia.
La acción criminal del gobierno de Lucas García pretendió ser una lección para acallar y atemorizar al movimiento popular, sin embargo, lo que logró fue encender la llama de la indignación y en muchos lugares, tanto comunidades como personas, dieron pasos decisivos para un mayor compromiso con las luchas que se libraban en ese entonces. De esa cuenta, 18 días después estalla, en la Finca Tehuantepec, la histórica Huelga de la Costa Sur que paralizó todos los ingenios y logró que casi se triplicara el salario en el campo. Asimismo, dirigentes del CUC participaron en el encuentro indígena el 14 de febrero de 1980 en Iximché, en donde se aprobó la Declaración de Iximché que denunciaba siglos de discriminación y represión, pero también hacía un recuento de luchas y rebeliones y llamaba a luchar por el objetivo histórico de una sociedad de igualdad y respeto
Hoy, al rememorar este 45 aniversario, rendimos homenaje a nuestros héroes y mártires reafirmando nuestro compromiso con la lucha por la justicia, la memoria y los derechos colectivos de los pueblos indígenas y campesinos. Reiteramos que la represión se enfrenta con mayor organización y luchas. Nos sumamos a las voces que exigen el fin de la criminalización, persecución y asesinato de líderes comunitarios, defensores del territorio y estudiantes que continúan resistiendo frente a un sistema que pretende borrar la historia y perpetuar la impunidad. Con el ejemplo combativo de los héroes y mártires del 31 de enero.
NO LOS OLVIDAMOS
¡LA LUCHA SIGUE!
CABEZA CLARA, CORAZÓN SOLIDARIO Y PUÑO COMBATIVO DE LAS Y LOS TRABAJADORES DEL CAMPO.
COMITÉ DE UNIDAD CAMPESINA -CUC-
Miembro de Waqib Kej, de la Asamblea Social y Popular, y de la Vía Campesina Internacional.
Iximulew, 31 de enero de 2025.
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