“El que pega una vez, lo vuelve hacer otra vez”

“El ciclo de la violencia contra la mujer tiene cuatro elementos que son acumulación de tensiones, explosión (emocional), manipulación y reconciliación".

 

 

La acumulación de tensiones se evidencia con los gritos, regaños y maltratos verbales del hombre hacia la mujer, después viene la explosión y es cuando el hombre le pega a la mujer. Esta explosión puede terminar hasta con la vida de una compañera. Pero si sobrevive, después del maltrato viene la manipulación y es cuando nos piden perdón y tratan de contemplarnos. Luego viene la reconciliación, que en nuestro ámbito es cuando la mujer perdona todos los maltratos a su marido, pensando que ya no lo volverá hacer”. 

Explicaciones y reflexiones como esta se dieron en el taller sobre la violencia contra la mujer organizada por la Vía Campesina Guatemala, en el marco del Día Internacional de la Mujer Rural, en donde participaron lideresas comunitarias de varias regiones del país.

De acuerdo con Irene Barrientos, del equipo de equidad de género del Comité de Unidad Campesina -CUC- “la violencia en la casa no se acaba porque el que pega una vez, lo vuelve hacer otra vez”.

La violencia contra la mujer no es solamente física, muchas de las mujeres guatemaltecas, principalmente del área rural están padeciendo violencia psicológica, violencia económica, violencia en el trabajo o violencia sexual. Pero lo peor es que todos estos tipos de violencia contra la mujer pueden convertirse en un círculo vicioso y tal como lo expresa Barrientos, el que violenta a una mujer una vez, lo puede volver hacer de nuevo.

Pero cómo erradicar algo socialmente histórico como lo es la violencia contra la mujer, a esto trata de responder, Everarda Tista, miembro de la comunidad lingüística Achí y parte de la junta directiva de la Coordinadora Nacional de Viudas de Guatemala, CONAVIGUA, diciendo que es necesario que todas la mujeres se unan para hacer cambios estructurales al sistema patriarcal que se impuso desde hace siglos en pueblos originarios del Continente Americano.

Tista asegura que la violencia que padecen mujeres en el área rural de Guatemala como continuidad del genocidio practicado en contra de pueblos originarios de este país en la década de 1980. Y el incremento de la violencia en contra de la mujer indígena y campesina por defender su territorio y la Madre Tierra es resultado de ese histórico sistema patriarcal.

Y es que tanto el patriarcado como el machismo son dos fenómenos sociales e históricos que han inferiorizado las capacidades intelectuales y emocionales de la mujer frente al hombre. El patriarcado tal como lo define Marcela Lagarde en su texto Género y Feminismo, Desarrollo Humano y Democracia, es un orden social genético de poder basado en un modo de dominación. Este orden asegura la supremacía de los hombres y de lo masculino sobre la inferiorización de las mujeres y de lo femenino.

Por otro lado el machismo es definido por Lagarde como un fenómeno dinámico de raíces profundas y de naturaleza socio histórica de corte patriarcal que se basa en la creencia de que por razones biológicas la mujer es inferior al hombre.

Con esta explicación de Lagarde se facilita entender por qué en la actualidad el aporte de las mujeres en el ámbito político, económico y social, tanto en el hogar como en el trabajo y a nivel de Estado no es valorado y que en pleno siglo 21 sigue siendo un reto para las mujeres o el sector femenino hacer valer sus derechos y que se reconozcan y valoren sus aportes.

En este sentido Aracely Saucedo, miembro del Consejo de Coordinación Nacional del CUC afirma,  “la mujer y principalmente la mujer indígena y campesina que madruga a trabajar en la parcela y que además hace los oficios en la casa, hace un gran aporte a la economía familiar y a nivel de país. El trabajo que realizan en la casa, si bien no es remunerado si tiene un valor económico indirecto, pero eso no es valorado por los hombres”.

En relación a la explicación de Saucedo vale la pena preguntarse cuánto pagaría un campesino o un obrero por que le hicieran la comida y limpieza en su casa, le alcanzaría el sueldo, a ese aporte indirecto se refiere Saucedo, no obstante existe otros aportes de las mujeres que la población masculina guatemalteca debería empezar a valorar.

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