Hace 44 años, de distintos puntos del territorio nacional, confluyeron mujeres y hombres para denunciar la represión que el ejército estaba realizando en las comunidades de El Quiché. Encontraron oídos sordos, silencio e indiferencia, a excepción de las organizaciones estudiantiles, sindicales y de pobladores que los recibieron y acompañaron.
A pesar de la situación de terror que se vivía en el país, nuestras compañeras y compañeros decidieron con determinación y valentía, ocupar la embajada de España y aprovechar la presencia de los medios de comunicación para denunciar la represión. La respuesta del régimen militar fue, sin importar las consecuencias; quemarlos vivos con el objetivo de dar una lección al movimiento popular, pero se equivocaron profundamente. Este terrible hecho desató la indignación a lo largo y ancho del país y el ejemplo de entrega y convicción de nuestros héroes y mártires dejó su huella en la memoria y la historia de lucha del Pueblo de Guatemala.
Al traer a la memoria los hechos del 31 de enero de 1980, también recordamos que los poderes y las élites que gobernaban en nuestro país hace 44 años son los mismos que han mantenido la injusticia y la exclusión de la mayoría de la población guatemalteca. Hoy, sus descendientes, también se agrupan para mantener un sistema de corrupción e injusticia y tratan de profundizar una tendencia regresiva que limita las garantías y derechos que se han conquistado a partir de las luchas.
Pero hoy, al igual que en aquella época, las arbitrariedades de los opresores desataron la indignación y movilización popular que vivimos en los últimos meses del año pasado. Por eso, al hacer memoria, también reafirmamos nuestro compromiso y llamado para construir una sociedad donde la participación ciudadana sea respetada y valorada, donde la diversidad de opiniones sea un pilar fundamental de una verdadera democracia y donde la voz de los campesinos y las comunidades indígenas sea escuchada y respetada.
Hoy, más que nunca, renovamos nuestro compromiso con la defensa de los derechos humanos, la justicia social y la construcción de un país donde la memoria histórica nos enseñe a no repetir el pasado y nos permita construir una patria nueva donde todos coman, donde los niños rían y donde los secuestros, asesinatos, masacres, torturas y violación a los derechos individuales y colectivos sean una vieja y desagradable historia que se desvanece en nuestra memoria y que sólo se hará presente cuando se atente contra la justicia, la paz, la vida y la libertad para las mayorías.
Hace 44 años se acuñó la consigna “Porque el Color de la Sangre Jamás se Olvida, los Masacrados Serán Vengados”. queremos recordar y actualizar lo que se escribió en esos días terribles: " ¿Cómo vengaremos a nuestros compañeros y compañeras? Para nuestros muertos no clamamos venganza. Como sus vidas no tenían precio, no podrían pagarla con las suyas, todos los criminales juntos. No es con sangre como pueden pagarse las vidas de los quienes mueren por el bien del pueblo; la felicidad de ese pueblo es el único precio digno que puede pagarse por ellas. Nuestros compañeros y compañeras, además no están ni olvidados ni muertos; viven hoy más que nunca y sus asesinos y descendientes han de ver aterrorizados como surge de sus cuerpos heroicos el espectro victorioso de sus ideas".
Porque el Color de la Sangre Jamás se Olvida
Los Masacrados Serán Vengados
Héroes y Mártires del 31 de Enero
Presentes en la Lucha
Comité de Unidad Campesina
CUC
Guatemala, 31 de enero de 2024.