Hace apenas 25 años, Guatemala producía todo el maíz para el consumo humano, industrial y animal. Había una importante producción nacional de arroz y aunque marginal, había producción nacional de trigo.
Hoy somos un país altamente dependiente de las importaciones de granos básicos y estamos supeditados a las variaciones de los precios internacionales, lo que pone en riesgo el bienestar y la vida digna de todos los guatemaltecos y guatemaltecas. La tortilla, el pan y demás alimentos de la canasta básica suben de precio a merced de lo que pasa a nivel internacional y no de lo que acá puede producirse. Los procesos de apertura comercial potenciados por la vigencia del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos han desprotegido la producción nacional de granos básicos al permitir la entrada de cereales a menor precio subsidiados en Estados Unidos.
En Guatemala existe la capacidad y el conocimiento de hombres y mujeres para retomar el papel abastecedor desde la pequeña producción campesina. Pero es necesario que el Estado cumpla con sus obligaciones con las y los guatemaltecos y en especial con lo/as campesino/as quienes han alimentado a Guatemala por muchos años. No debemos olvidar que el 51% de la producción de maíz se genera en parcelas de menos de 5 manzanas, según datos de la FAO.
La mayoría de los productores y productoras de maíz (blanco y amarillo) son pequeños productores (91.7% de los productores/as de maíz blanco y 97.1% de los de maíz amarillo). Estos mismos productores/as contribuyen al 67.5% de la producción nacional de maíz (blanco). Sin embargo, la propuesta de presupuesto del Estado para 2009 presenta una reducción de Q14.97 millones en el presupuesto del MAGA, esto equivale al 0.38% del PIB, convirtiéndose en el más bajo de los últimos 5 años.
El incumplimiento de las obligaciones estatales hacia las necesidades concretas de la producción campesina de granos básicos ha provocado que los/as campesinos/as enfrenten cada día mayores problemas para la producción de granos básicos. No existen planes de asistencia técnica adecuados, no existe acceso a crédito agrícola para los campesinos y campesinas y los precios de producción están sujetos a muchos factores externos.
Es importante destacar que el acceso al crédito agrícola afecta mucho más a las mujeres que no cuentan con documentación personal ni de escritura registrada, requisitos necesarios para acceder a un crédito.
No debemos olvidar que las mujeres participan activamente en tareas agrícolas, durante casi todo el ciclo de producción. Su participación es casi igual a la de los hombres en la siembra y superior en la cosecha y post-cosecha, así mismo, se le reconoce un rol central en la selección de los tipos de maíces presentes en las diferentes regiones de Guatemala, dando cuenta del rol de las mujeres en la conservación de los recursos genéticos del maíz.
Pese a lo anterior, no existen correspondencias entre su participación y el acceso a los recursos productivos, así como tampoco tienen acceso a las tierras. Por ejemplo, la Ley de Transformación Agraria mantiene la idea de que el hombre es el jefe de familia, la Ley del Fondo de Tierras no da ni una garantía para que las mujeres puedan tener acceso directo al uso y propiedad de la tierra, lo que en la práctica significa que la mujer queda excluida del acceso al patrimonio familiar agrario. En general, las mujeres que trabajan en el campo son consideradas como mano de obra familiar no remunerada, lo que las coloca en desventaja en el acceso a un crédito o a una asistencia técnica de calidad. |